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Equilibrio entre autonomía y colaboración en el uso educativo de la IA


Cuando empecé a leer los contenidos de la Unidad 5 del curso Inteligencia Artificial en Educación que imparte Conecta 13y descubrí el título del apartado “La tecnología nos moldea”, lo primero que me vino a la mente fue la conocida frase de Marshall McLuhan “El medio es el mensaje”. Unas líneas más tarde comprobé que no andaba desencaminada. “Primero damos forma nuestras herramientas y después las herramientas nos dan forma a nosotros" (John M. Culkin) es otra forma de expresar la idea de que no solo el contenido es importante, sino que el medio que utilizamos como soporte para transmitir el mismo lleva implícito un mensaje. 

Cuando realizamos el ejercicio de analizar estas dos afirmaciones trasladándolas al ámbito de la educación llegaremos a la conclusión de que quienes defendemos el uso educativo de la Inteligencia Artificial (IA) al mismo tiempo que aprendemos a utilizarla, estamos siendo moldeados por la ella. Es decir, estamos aprendiendo el mensaje (el contenido) que nos da la IA cuando mantenemos un diálogo con ella, pero también estamos aprendiendo el medio (la herramienta), una nueva manera en la que nos relacionamos con la información que está a nuestro alcance, para que lo que la IA nos ofrece se ajuste a nuestras necesidades. 

Para entender cómo puede darse este doble aprendizaje (mensaje-medio) en la adopción de la IA como herramienta de trabajo la práctica docente, me centraré en el ámbito de la educación artística, donde a partir de la premisa anterior podemos pensar que el uso de esta tecnología en una asignatura como Educación Plástica, Visual y Audiovisual, no solo nos ayudará a que el  alumnado tenga acceso a diferentes contenidos relacionado con las artes, sino que su uso también influirá en la forma en que los y las estudiantes comprenderán el proceso artístico. 

Un ejemplo concreto de ello, puede ser la introducción, en la asignatura mencionada, del uso de programas de generación de imágenes para la creación de “obras” visuales. El medio (en este caso, la herramienta de IA) no solo servirá como un vehículo para facilitar tareas como la generación de composiciones visuales, la apropiación de estilos artísticos o la sugerencia de paletas de colores, sino que también moldeará la experiencia de los estudiantes, obligándolos a “aprender” a conversar con la IA para que las respuestas que la herramienta les ofrece sean las que realmente están solicitando.

En este sentido, quiero compartir dos pequeños, pero ilustrativos, ejemplos del proceso de generación de una imagen en la que no he podido obtener los resultados que busco: 

Ejemplo 1. El primer prompt que he utilizado solicitaba la imagen de un hombre con pelo largo recogido en un moño, sin barba. Todas las imágenes que me ha devuelto la IA Designer Image Creator de Microsoft han sido las de hombres con moño pero con barba. 

A pesar de darle diferentes indicaciones (sin barba, barbilampiño, sin pelo en el rostro, etc) Incluso cuando le he pedido eliminar el moño, no he logrado que la IA entienda que un hombre puede tener un moño o el pelo largo y no tener barba. 

Solo cuando he eliminado el pelo largo y la alusión a la barba, pidiéndo solo la imagen de un hombre, esta imagen ha sido creada sin barba. 

Cuando a este prompt le he añadido pelo largo, otra vez ha aparecido la barba.


Ejemplo 2: En este segundo caso le he pedido a la IA la imagen de una niña “rellenita” y sorpresivamente la aplicación me ha devuelto un mensaje en el que me pedía que modificara el prompt. Pero cuando le he pedido lo mismo con un niño “rellenito” no ha tenido problemas en darme este resultado.

Evidentemente este “ejercicio” que he realizado es bastante simple y poco “científico” pero ofrece un campo de experimentación interesante a la hora de tratar el tema de los estereotipos en el aula. Al integrar la IA en la educación artística, es fundamental que el alumnado comprenda que las herramientas que está utilizando, no son ni neutras ni objetivas, sino que son producto de un entrenamiento previo que pueden dar como resultado imágenes sesgadas. El papel del profesorado en este ámbito deberá centrarse, por tanto, en tres aspectos: 

  • por un lado, en generar propuestas de análisis crítico de las imágenes que la IA diseña con el objetivo de que el alumnado comprenda los mecanismos tanto técnicos como creativos presentes en el proceso,
  • por otro, en acompañar al alumnado en experiencias prácticas de “corrección” de las demandas (pompts) con el objetivo de detectar y eliminar (o al menos minimizar) todos aquellos sesgos que puede influir en sus creencias iniciales.
  • por último, en ofrecer al alumnado una retroalimentación continua que tiene como objetivo el ajuste de perspectivas con todas las implicaciones éticas y sociales que ello conlleva.

Antes de terminar, creo importante realizar una revisión un poco más general de lo que está suponiendo la incorporación de la IA en educación. La irrupción de esta tecnología no solo está transformando el panorama educativo, sino que, de alguna manera, está redefiniendo la naturaleza misma de la enseñanza y el papel del profesorado en el proceso de aprendizaje.

En un sentido amplio, el uso de herramientas de IA nos ofrece a quienes trabajamos en educación la posibilidad de analizar los datos de desempeño, identificar patrones de aprendizaje individualizados y adaptar las estrategias de enseñanza para satisfacer las necesidades específicas de cada estudiante. Además, las herramientas de IA pueden realizar tareas rutinarias y repetitivas, permitiendo que el profesorado dedique más tiempo a actividades que requieren habilidades humanas únicas, como la tutoría individual, el fomento de habilidades socioemocionales y la estimulación del pensamiento crítico. Es en este punto donde el trabajo con la IA adquiere todo el sentido como experiencia de aprendizaje, ya que permite ofrecer experiencias que planteen desafíos y obligan al alumnado a realizar reflexiones críticas. 

La experimentación y comprensión de las limitaciones de la IA y la consideración de las implicaciones éticas de su uso son aprendizajes esenciales si queremos que se garantice el uso efectivo y equitativo de esta tecnología en nuestra sociedad. La relación entre docentes e IA se convierte, por tanto, en un equilibrio entre la autonomía y la colaboración, donde la tecnología no reemplaza al educador, sino que lo potencia.

Un ejemplo de ello está siendo el proceso de escritura de esta reflexión que estoy escribiendo a cuatro manos con Chat GPT. Hasta este momento, en mi conversación con esta IA, le he pedido “colaboración” para: 

  • relacionar las frases con el ámbito educativo
  • ampliar mi reflexión inicial al ámbito de la educación artística
  • reflexionar sobre la posibilidad de proponer actividades de análisis crítico de imágenes con el objetivo de encontrar posibles sesgos y "corregir" los mismos
  • escribir una conclusión sobre cómo el uso de las herramientas de Inteligencia artificial en educación va a influir en la manera de entender la práctica docente.

Una vez llegado a este punto no me queda más que agradecer a ChatGPT su colaboración y despedirme con su respuesta literal: 

“¡De nada! Si tienes más preguntas o necesitas más ayuda en el futuro, no dudes en preguntar. ¡Buena suerte en tus proyectos y reflexiones!”

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