Llevaba algún tiempo tratando de sobrevivir en la jungla. Rodeada de aires tóxicos, lastrada por una situación que le había llevado a convertirse en su más mínima expresión. Alejada de la alegría y las ganas de hacer. Casi ajena a las dificultades de una situación global centrada en su propia pandemia particular. Acosada por el acomodo disfrazado de buenas intenciones. Con doble cara. Aguantando. Resistiendo. Tragando bilis y vomitando silencio. Aprendiendo. Eso sí. Siempre aprendiendo. Triste. Muy triste por un derroche de energía que no encajaba. Que sobraba. Que molestaba. Que irritaba.